Soñé el miedo
frente a mi rostro
y le di la espalda.
Cuando desperté
me arrepentí de
no enfrentarlo.
Y de dudar
si ignorarlo en esta vida de vigilia
si cerrar los ojos para no soñar.
Temo seguir siendo un espectro,
clavar mis plantas en la tierra seca,
quebrar mis hojas devaluadas,
disecar costumbres en mi pecho.
Temo la extrañeza de mi verbo,
la apariencia descuidada de mis letras,
cubrir con hielo mi voz.
No quiero ser la sombra que huye,
la pregunta que muere,
espejo opaco sin refracción.
El sueño volverá envuelto en seda,
lo acariciará mi firmeza.
Y así me quedo
de pie
cabalgando este potro salvaje
que es mi conciencia.
Derechos Reservados (DR) © Zita Ixhel Noriega Estrada. México, D.F. 2006